Cantos para senti-pensar las voces de nuestras ancestras, por Susana Báez Ayala

Cantos para senti-pensar las voces de nuestras ancestras, por Susana Báez Ayala

Recibimos, agradecemos y compartimos aquí, con gran afecto, esta generosa reseña escrita por la doctora Susana Báez Ayala acerca del libro Mi abuela es un canto. Su lectura es profunda, comprometida, enriquecedora y sororidaria.

Dra. Susana Báez Ayala

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. 

A Rosa María Alemán, por ser abuelas en horizontalidad. 

I. Con una biblioteca eres libre (Doris Lessing)

¿Cómo festejar un aniversario de palabras este 21 de octubre del 2020? Cuando me invitaron a ser parte de estos festejos, pensé: parece que la respuesta es generando otras más. Me refiero, a cómo sumarnos a la conmemoración del III Aniversario de BS Canteras Biblioteca Infantil de la red de bibliotecas que ha impulsado la Fundación Alfredo Harp Helú en Oaxaca, México. Este proyecto se asentó en instalaciones del Archivo General del Estado de Oaxaca en la antigua Ciudad de las Canteras. 

Cómo delinear aquí la maravilla de que existan espacios de cobijo para las y los lectores infantojuveniles en un estado lacerado por la pobreza, la discriminación hacia los pueblos originarios y diezmado en su riqueza natural y cultural. Pues, aunque parezca simple: con otras palabras, de reconocimiento a este esfuerzo de la Fundación, así como de quienes coordinan este recinto tan hermoso (en lo cultural, humano, así como en lo arquitectónico). Los empresarios y empresarias de todo el país podrían emular a esta fundación, favorecer el fortalecimiento cultural de sus comunidades. Contratar personal no solo con alta calificación profesional sino capaz de generar acciones culturales de muy alta calidad para sus usuarias y usuarios, incluso en tiempos de crisis como es el que vivimos por la pandemia ocasionada por el COVID-19. 

            No puedo dejar de agradecer a Nancy Mariano Rojas, el haber sido invitada a ser parte de las voces que testimonian el trabajo tan valioso que se realiza en este recinto creado para difundir los aportes de la literatura infantil y juvenil. A la vez me congratulo de presentar en este contexto el libro de una extraordinaria cuentacuentos mexicana: María Esther Feria. Aquí mi reconocimiento a BS Cantera Biblioteca y  a mi gran colega, la autora de MI abuelas es un canto. 

 “Cuando sea niña quiero ser como mi abuela” dice la voz narrativa-poética de Mi abuela es un canto de María Esther Feria;[1] esta imagen en donde la autora nos coloca en los extremos de la vida: la infancia y la edad adulta mayor, me llevan a pensar en estos tiempos de pandemia, en los cuales las infancias se han visto afectadas -en apariencia, no por la enfermedad del COVID-1, pero si- por los daños colaterales que la pandemia les ha provocado. Si bien, una buena parte de la población se halla trabajando desde casa, lo cual ha favorecido que las madres y padres estén en casa 24 x 7 y con ello se presupone que los más pequeños se ven favorecidos  por el retorno de la familia a los hogares , como dice mi nieta de cuatro años: “Estoy feliz porque el COVID-19 trajo a mi familia a casa”; no obstante, la familia, al menos en México, no responde al modelo occidental nuclear: madre, padre e hijos; en nuestras culturas latinas, continua vigente el paradigma de las familias extensas, que incluso cohabitan en un mismo hogar. 

            Las abuelas (y también los abuelos) configuran esos universos para senti-pensarnos[2] que abrazan nuestras infancias y que en contextos de la vida cotidiana y de crisis nos protegen de lo impredecible, de lo emergente y hasta de lo que es en apariencia inevitable. Estoy segura que cada quien evoca en este instante uno de esos momentos entrañables con sus abuelas, que marcaron sus vidas: yo rememoro a mi abuela materna ofreciéndonos un café de olla y pan dulce, en las tardes lluviosas de la CDMX. 

La abuela además de ser una de las figuras clave en la crianza de las nietas y nietos, constituye el nodo a partir del cual las infancias se desplazan en el tiempo hacia épocas remotas. Las abuelas son fuentes de las que manan historias lejanas, anécdotas, relatos, cantos, arrullos; voces que nutren el imaginario sociocultural de los y las más pequeñas/os, y que como lo ha enunciado María Esther Feria favorecen el sentir y pensarnos, ahora más que nunca en tiempos de pandemia. 

II. Cantos para senti-pensar las voces de nuestras ancestras

            Mi abuela es un canto, desde el formato minimalista -que impulsa la editorial trenubes- en el instante que tus manos lo cobijan, no solo nos predispone para la lectura convencional: en silencio e individual; este microcuento apela a la tradición oral tan relevante en las comunidades de nuestro país (por supuesto que de otros también). Favorece el evocar las voces de nuestras ancestras (madres, abuelas, bisabuelas, cuidadoras, mujeres responsables de nuestra crianza literaria), que nos acompañan a través de arrullos y nanas infantiles, o mediante los juegos tradicionales mexicanos o bien, mediante relatos, que pasan de generación en generación. Siendo este saber poético uno de los que distingue los saberes ancestralmente depositados en las mujeres (no desconozco que sucede lo mismo con algunos varones). 

            Leemos en el libro: “Mi abuela canta / y me enseña / a jugar / a la víbora, víbora de la mar…”, esta mínima entrada al mundo de las rondas infantiles evoca toda una práctica de encuentros comunitarios de las infancias, que en México las violencias sociales pretenden socavar, y sin embargo las mujeres insistimos en mantener como un derecho a la vida lúdica de los más pequeños. en los espacios públicos de nuestras comunidades. Si el mundo concreto pausa el ejercicio del derecho al juego y al esparcimiento para las niñas y niños, la narrativa poética de María Esther Feria subvierte las distancias; desde el discurso ficcional, asimos las manos (rugosas) de nuestras abuelas y damos vueltas al ritmo de: “Mi abuela canta / y juega conmigo: Estaba la pájara pinta / sentadita en el verde limón… “, si quien lee estas palabras, estuviese en una reunión presencial, invitaría a concluir los versos, a tomarnos de las manos para romper las distancias que nos impone un modelo de sociedad individualista que devalora los aportes de la tercera edad, en especial de las mujeres. 

            Mi abuela es un canto es un claro ejemplo de literatura infantil senti-pensada desde los feminismos descoloniales comunitarios. Subyace en sus breves páginas la reivindicación a las tradiciones orales, a los saberes populares, a la palabra viva, cambiante sociohistóricamente, pero sorora desde una ética feminista, que revalora los conocimientos y praxis femeninos. Lorena Cabnal, feminista descolonial guatemalteca, expresa:

Me pregunto a veces, a manera de monólogo, (les) pregunto a abuelas y abuelos, les escucho, hablo con las mujeres en la comunidad, hablo con mujeres de otros pueblos originarios, y vivo en constante recuerdo de los pensamientos de cómo me relacioné con mis abuelas maya y xinka ahora ancestras, pero también de cómo me relaciono y se relacionan las mujeres en el mundo, como (dialogan) mi madre, tías, comadronas, ancianas, niñas y jóvenes.[3]

Mi abuela es un canto va más allá de solo la entrañable relación de un infante con su ancestra, enuncia la riqueza cultural de los pueblos originarios de muestra Pachamama: apremia a escuchar estas voces plurales que el colonialismo silencia: “Mi abuela canta / de su tierra los sones/ y baila /y sueña / y sonríe / y regala algarabía”. A la vez, delinea los saberes culinarios femeninos “Mi abuela prepara dulce de calabaza con tanta alegría que al comerlo siento en la panza tibias cosquillas”. 

            María Esther Feria nos propone la construcción de un micromundo poético a través de imágenes y metáforas que configuran aristas de la pedagogía de la ternura (Cussianovich)  que las abuelas suelen ejercer en sus modelos de crianza. Recuerdo mucho una anécdota que suele contar mi madre: siendo niña se subió a un huizache, estando en lo más alto perdió el equilibrio y se cayó. Su madre, mi abuela, no solo la reprendió por hacer esa travesura, sino quería darle una tunda. Mi madre corrió con su abuela, Mi mama Juana, y ella le dijo: siéntate y comete esta gorda (tortilla recién hecha a mano en el fogón de leña) para que se te pase el susto, déjame que te cure”. Allí están esas mujeres-espíritu, esas mujeres-curanderas, para cobijar a las infancias cuando la vida se detiene por mínimas o contundentes circunstancias. 

            El personaje de Mi abuela es un canto se distingue por ser un espíritu libre, creativo, que no renuncia a la vida lúdica, que redimensiona el aquí y ahora, que rompe la linealidad del tiempo para trasladarse a su propia infancia y desde ahí interpelar a los lectores que nos aferramos a explicaciones adultocéntricas de lo cotidiano: “Mi abuela tan niña / mi abuela tan brisa, mi abuela tan risa”. 

            Las abuelas parece que deciden irse transformando de cuerpos tangibles en palabras-memoria colectiva. Ellas preservan las historias, los cuentos, las leyendas, las consejas, las anécdotas familiares y comunitarias, pero además desarrollan el don de saberlas contar mientras abrazan con la mirada o nos invitan a sentirnos en comunión con sus saberes: “Mi abuela cuenta cuentos que a ella le contaron…”. Y aquí la autora nos ofrece un texto con estructura abierta, porque un cuenta cuentos puede insertar cualquier relato que sus abuelas le hayan compartido. (A quienes leen estas notas, las/os invito a escribir en el chat un relato que les haya compartido su abuela). En el texto de María Esther Feria leemos: “Mi abuela (…) por la mañana / cuenta un cuento / del chaneque enamorado / por la noche cuenta / un cuento del coyote burlado”, los cuales espero que la autora devele en esta presentación o en otros libros. 

            Siguiendo con la lectura de Mi abuela es un canto desde una perspectiva descolonial, este relato poético en sus breves palabras, nos acerca a la Pachamama, al aludir al vínculo entre el personaje de la abuela y la naturaleza; la abuela huele a siemprevivas, el tono de su voz se asemeja a “los ecos de las calandrias llamando a los vientos”, nos acerca a los dientes de león, persigue mariquitas, busca en los cielos “nubes-conejo / nubes-navío / nubes-dragón”. Sin caer en discursos demagógicos ecologistas, nos sentimos interpeladas/os sus lectores/as  a recuperar nuestras infancias en cercanía con la tierra, la flora y la fauna de nuestras regiones. 

            Mi abuela es un canto nos abraza desde las palabras, nos acuna en las historias de la abuela personaje, rizoma de todas las abuelas que nos cobijan desde la amorosidad que despliegan las adultas mayores sobre todas las infancias que hoy en día en las pandemias por el COVID-19, por las violencias de género, sociales, económicas, políticas, requiere de un acompañamiento políticamente responsable desde la pedagogía de la ternura y el reclamo del derecho a un mundo libre de violencias para niñas, niños, adolescentes y mujeres en nuestro país y en nuestro mundo. 

No cierro sin destacar las imágenes de Cecilia Martínez; las ilustraciones en carboncillo, de la misma forma que las palabras de María Esther Feria nos retorna al origen del lenguaje: oral, escrito o pictográfico. Apuntalan la propuesta de recuperar una técnica ancestral que favorece bosquejar el vínculo entre el discurso textual y el visual en Mi abuela es un canto. Los personajes: abuela-nieta quedan esbozados en esa inasibilidad de la ternura (Cussiánovich); pero en la concreción de la cercanía, a partir de los trazos de la ilustradora, quien no complementa la historia que nos ofrece la autora del texto; Cecilia Martínez crea un discurso propio que nos permite asir el diente de león al que se refiere la voz narrativa, crea la imagen de las manos de las abuelas (me recuerda aquí el libro de Nelly Campobello, Las manos de mamá) preparando alimentos que nutren más el alma que al cuerpo: los dulces tradicionales mexicanos. Al elegir delinear los cuerpos y no los rostros de ambos personajes femeninos, deja un texto visual abierto, para que cada lector dibuje el rostro de sus abuelas, de sus ancestras, de las mujeres adultas mayores que contribuyen a su crianza emocional, poética, literaria. Casi al final, los trazos de Cecilia Martínez nos abrazan como la abuela lo hace con la nieta del texto. Así que Mi abuela es un canto editado por tresnubes nos propone una triple lectura: del texto, de las imágenes y de las historias que se tejen entre las abuelas y sus nietas. Enhorabuena. 


[1] Mi abuela es un canto, il. Cecilia Martínez, tresnubes, México, 2019.  

[2] Utilizo esta frase para referirme al proyecto que María Esther Feria ha impulsado en estos tiempos pandémicos, al que ha titulado: senti-pensarnos. 

[3] https://porunavidavivible.files.wordpress.com/2012/09/feminismos-comunitario-lorena-cabnal.pdf

Portada zon Zapata

María Esther Pérez Feria

Emiliano Zapata como lo vieron los zapatistases un libro que trata acerca de un personaje histórico y emblemático en la historia y el imaginario mexicano, a través de la voz de quienes a su lado protagonizaron uno de los episodios más relevantes en la historia de México en el siglo XX. En esta obra se hace presente la voz testimonial que nos cuenta cómo era Emiliano Zapata y lo que representó compartir días de lucha, de hambre, de valor y orgullo en la defensa de la tierra, la libertad y la justicia. Los textos forman parte de la historia oral que hace contrapeso a las versiones oficiales sobre la Revolución Mexicana. Estas voces se enmarcan en un diseño editorial y estético que trastoca la Historia con mayúscula, sólo para acercarla al lector como la historia que han hecho las personas de carne y hueso, de corazón y seso.

Las imágenes robustecen el significado de lo que cuentan las palabras, con una propuesta iconográfica que nos deja ver cómo eran esos personajes que acompañaron a Emiliano Zapata y nos revelan al caudillo mismo desde una perspectiva fresca, informal, más cercana. Zapata y los zapatistas presentes en esta obra nos miran directo a los ojos, nos apelan con sus miradas desde la profundidad de su orgullo, mediante fotografías que nos muestran también cómo eran los paisajes y los ambientes, así como los estilos de vida de la época revolucionaria, en el campo y en la ciudad.

Zapata con papelito morado

La obra incluye una serie de fotografías de la época, algunas de las cuales han sido intervenidas con trazos y dibujos, ya para enmarcar un retrato, ya para completar una escena. Se utiliza el collage a partir de trozos de papel de colores claramente rasgados a mano para crear composiciones que evocan el campo, las milpas, la tierra por la que lucharon los personajes, y un cielo azul, profundo como la esperanza que mueve conciencias y enarbola luchas como la que trasluce en esta obra.

Los dos discursos, el textual y el visual, se funden para contarnos a dos voces, alternada y complementariamente, un fragmento de historia. Desde el registro de la palabra viva que recrea el habla campesina, con su retórica coloquial, apreciamos la voz de los que hicieron esa historia. La tipografía se emplea para enfatizar los giros lingüísticos y el énfasis de las repeticiones y las expresiones propias del habla oral. Y cada una de las imágenes es un elemento intertextual y metadiscursivo que hace volar nuestra imaginación, que apela a nuestra necesidad de saber más acerca de quienes fueron esos hombres y esas mujeres que participaron en “la bola” o que dirigieron valientemente a un grupo de combatientes, todos ellos bajo el mando, la dirección y, esencialmente, la inspiración de su líder.

Palabras e imágenes suscitan asombro, reflexión y emociones diversas. Cómo no admirar a las coronelas Rosa Bobadilla, quien perdió a su pareja en la lucha, y Amelia Robles, quien prefería que la llamaran coronel. Dos mujeres que pelearon con gran valentía y que se ganaron el respeto y la admiración de sus muchachos. Los textos y las fotografías han sido cuidadosamente seleccionadas para generar una lectura tanto eferente como estética, en términos de Louise M. Rosemblatt, sin tratarse de una obra literaria, su lectura logra conectar con nuestras emociones y motivar la reflexión sobre hechos objetivos. Sus personajes son dignos de una narración épica y trágica a la vez.

Interior blanco y negro

Por su cuidado editorial y de contenido, la obra no deja lugar a dudas de que ha sido dirigida y realizada por expertos, desde el ilustrador y creador de un concepto gráfico lúdico y visualmente muy atractivo por el manejo del color, que contrasta colores cálidos, fríos y tierra, por los planos que sugieren unas veces cercanía y otras profundidad, y por la diagramación que equilibra los elementos textuales y gráficos; hasta los historiadores que se encargaron de la introducción, selección de testimonios e iconografía, con una dedicación propia de los buscadores de tesoros.

La portada muestra uno de los mejores retratos de Zapata, quien en la profundidad de su mirada evoca la enorme dimensión de su legado. La imagen aparece enmarcada con una composición de papeles rasgados, como lo fue la vida de este personaje y de su lucha. Esta composición abarca la contraportada  y las primeras guardas. En cambio, una de las guardas finales se ocupó para mostrar la esencia de la obra, como conclusión: se trata de la fotografía de un viejo revolucionario, que ha escarbado dentro de su ajado maletín repleto de documentos, con la ilusión marcada en el rostro. La imagen de este hombre, leyendo uno de esos papeles, nos deja ver su enorme emoción y nos la contagia. Él es parte de la historia que cuentan esas hojas sueltas, de la historia que nos cuenta este libro.

Páginas interiopres y diálogo

La obra presenta valiosos recursos, además del contenido principal, que consiste en el discurso aludido en el título: Emiliano Zapata como lo vieron los zapatistas, el cual se construye con los testimonios y las imágenes, se trata de los paratextos. Cada fotografía puede dar pie a una lectura en profundidad sobre los elementos representados: personajes, suceso, ambiente, paisaje, vestimenta, objetos, entre otros elementos. La introducción ofrece información que contextualiza al personaje y los hechos históricos aludidos en el libro. Asimismo, la información que acompaña los índices y éstos mismos, conforman otro metadiscurso, pues son la evidencia del trabajo de investigación y el sustento de las fuentes históricas y testimoniales con que se construyó el contenido de la obra.

Este libro forma parte de la colección Biografías, de Ediciones Tecolote, editorial que se ha destacado por la publicación de libros sobre temas históricos dirigidos a niños y al público en general, los cuales son de alta calidad en sus contenidos y en sus propuestas de diseño e imagen. Emiliano Zapata como lo vieron los zapatistases un ejemplo de cómo se puede hacer libros informativos que resulten atractivos, apelativos y dignos de considerarse como objetos estéticos.

Finalmente, esta obra propone un diálogo armónico textos e imágenes, con el que se construye una narración no ficticia, sino de hechos históricos, desde una perspectiva posmoderna. Haciendo uso de un formato y un diseño editorial atractivo a niños, adolescentes y adultos; proponiendo varios niveles de lectura: textual, visual, paratextual, intertextual. Con estos recursos, la obra logra proponer una forma apelativa de leer la historia, acercando de modo atractivo al lector documentos de valor histórico, como son los testimonios y las fotografías que contienen voces e imágenes de los protagonistas de sucesos relevantes, que en el siglo XXI forman parte de la memoria colectiva en nuestro país.

Emiliano Zapata como lo vieron los zapatistas, selección de textos de Laura Espejel, ilustraciones de Fernando Robles, selección de fotografías de Francisco Pineda. México, Ediciones Tecolote.

 

 

La poética existencial que habita los libros de Wolf Erlbruch

La poética existencial que habita los libros de Wolf Erlbruch

«El arte en general para algunas personas, la música, las artes plásticas, la danza, etc… y yo creo que la poesía para todo el mundo, no tienen como única función existir para la contemplación, la escucha o la lectura, sino de igual manera para la creación, y, desde luego, para la creación de uno mismo.» Georges Jean

¿Cuál es el propósito vital de cada ser en el mundo? pareciera ser la pregunta constante en la obra de Wolf Erlbruch, el escritor e ilustrador alemán nacido en 1948, en la ciudad de Wuppertal, quien acaba de obtener el Premio de Literatura en memoria de Astrid Lindgren (ALMA) 2017, por su obra destinada a niñas, niños y también lectores de todas las edades. Cada obra suya puede ser leída como una carta de navegación para explorar nuestra propia experiencia, para adentrarnos en nuestras moradas internas y buscarnos y hallarnos e iluminarnos mediante la experiencia estética frente a sus obras, configuradas poéticamente mediante la imagen figurativa, el juego del color y las texturas, las perspectivas y los planos que comunican una emotividad poderosa; con la palabra que describe, narra o nos hace escuchar preguntas y diálogos diáfanos, crueles, profundos, humorísticos, absurdos o inocentes. Con todo ello, sus obras nos incitan a responder esa pregunta formulada de una y muchas formas posibles e imaginadas en las voces o las actitudes de personajes profundos, entrañables, graciosos o inquietantes. Incluso el estado de desolación en el que se encuentra el sapo al inicio de Los cinco horribles o la advertencia de finitud que encuentra lugar en El pato y la muerte tienen relación con esa pregunta:

Pato y muerte de espaldas conversan

«Desde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño.

—¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido?

La Muerte le contestó:

—Me alegro de que por fin me hayas visto.

Soy la muerte.»

Los libros de Wolf Erlbruch parecen partir de esta premisa común: la búsqueda de respuestas a preguntas fundamentales sobre el propósito vital que nos ha traído al planeta. Preguntas fundacionales que todo ser reflexivo se hace alguna vez sobre su propia existencia y sobre su experiencia con la otredad y el mundo. Y como muchos de los libros que escribe e ilustra este autor son también para niñas y niños, ha creado una propuesta estética en los lindes del libro álbum que ofrece un territorio amplio donde caben muchas lecturas, diversas construcciones significativas desde los más distintos horizontes. Sus obras son hospitalarias tanto para los lectores más jóvenes como para los mayores. Cada lector o lectora podrá elaborar sus propias respuestas a las preguntas comunes y todos hallarán materia emotiva, poética, evocativa y provocadora en las historias, en las imágenes, en las preguntas que ofrecen libros como los que reseño a continuación.

La gran pregunta, México, Ediciones Tecolote, 2005

La gran pregunta Portada

En La gran pregunta es elocuente el cuestionamiento existencial, ya que es el punto de partida, el argumento, el nudo y el desenlace abierto a la formulación de nuevas y necesarias preguntas. La gran pregunta, que todo sujeto se ha planteado en algún momento de su existencia, se presenta elidida en una voz infantil que no escuchamos, sino a través del eco de las respuestas que ha demandado, tal como se infiere, y que obtiene de los personajes más cercanos en su cotidianidad. La gran pregunta formulada por un niño pequeño, como todos los niños y las niñas que hemos sido alguna vez, y como los de ahora y los de todos los tiempos, recibe tantas respuestas como caben en la complejidad de nuestras vidas sobre el mundo y de quienes nos rodeamos. Los trazos lineales y figurativos con colores ocres y fríos ilustran con emotividad y de manera elocuente las breves y contundentes respuestas que buscan describir pedacitos de lo que representa el sentido de la vida desde distintas perspectivas. Hay respuestas poéticas: “Estás aquí para cantar tu canción”, le dice el pájaro. Existenciales: “Estás aquí, para amar la vida”, le dice la muerte. Respuestas esenciales: “Tú estás aquí porque yo te amo”, dice la madre, entre otras.

 

El milagro del oso, Salamanca, Lóguez, 2002

El m ilagro del oso portada

Después de un largo invierno, el oso despertó flaco, hambriento y curioso. Una vez que hubo comido y engordado nuevamente, pensaba en el grande y fuerte padre oso que podría ser.

Oso pensando de cabeza Wolf

“Pero por mucho que pensaba, no se le ocurría qué habría que hacer para convertirse en un padre oso.”

Entonces gritó con su voz más potente para que todo el bosque lo escuchara:

“—¿Puede decirme alguien cómo puedo tener un hijo?”

Pues lo que deseaba ante todo era convertirse en un padre oso. Y eso no es cosa simple. Así que preguntó. YOso y Osa mirando el horizonte le dieron respuestas que lo llevaron a buscar un hijo oso entre las remolachas; luego, a intentar poner un huevo; buscar a una cigüeña… En fin. El oso comenzaba a desesperarse, cuando mirando las nubes recordó algo que su madre siempre le decía. Y, de pronto, apareció ante él una encantadora mujer oso que le hizo una proposición que le ayudaría a desvelar el misterio, diciéndole:

“Si tú colaboras un poquito, podremos tener encantadores niños osos en la próxima primavera”.

Los cinco horribles, México, Juventud, 2001

Los cinco horribles portada

El sapo se encuentra sumido en un estado depresivo. Sus amigos, la rata, el murciélago y la araña, no le dan ninguna palabra de aliento, antes bien, se encuentran sumergidos en la misma angustia y desolación. Todo ello debido a un motivo en común: se consideraban a sí mismos feos, ¡horribles!

“El sapo, con sus saltones ojos de color amarillo, se contemplaba en un trozo de espejo. A la pálida luz de la luna, se veía aun peor aspecto que bajo los rayos del sol y se miraba con tristeza las enormes verrugas de la cara. Se encontraba horroroso.”

Sapo mirandose al espejo de los cinco horribles

(Cada vez que leo este inicio y miro la ilustración, imagino al sapo repitiéndose la pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?)

Un día, llega una hiena y hace lo que sabe: se ríe de ellos, y los llama “el club de los llorones”. Se integra al grupo porque comparte su fealdad, pero agrega un ingrediente que no conocían los otros cuatro animales: entusiasmo, iniciativa y esperanza. Eso ayuda al grupo a hacer planes para olvidar las penas y para que cada uno haga lo que mejor sabe. De modo que se abre la posibilidad de ver la vida con una mirada distinta y, quién lo sabe, tal vez tener una alegre fiesta cada tarde.

Leonardo, Barcelona, Takatuka, 2008

Leonardo Portada

Apenas abres la tapa del libro, te reciben unas guardas que dan ganas de alejar la mano de inmediato, pues contienen una verdadera jauría de “perros peligrosos” como los que Leonardo pintaba cada mañana, poco después de ponerse a ladrar y despertar a sus padres. La abuela, que ama a Leonardo, lo acompaña con algunos ladridos o gruñidos, aunque le gustaría tener un nieto normal con el que pudiera jugar bádminton. En la calle, a Leonardo le asustan mucho los perros, que hay de a montón. Tanto, que desea convertirse en un perro grande. Un hada se lo concede y los padres tienen que comprarle una casa para el jardín. No obstante, la calle sigue complicada, ahora con tantos niños que lo asustan…

Leonardo jala a la abuela perro

El mundo de Leonardo es un mundo de ensoñación y temores, si bien, arropado con el amor de una familia que comparte y celebra sus juegos, anhelos y eso que llaman crecer.

La pregunta implícita en Leonardo podría ser ¿cómo se conjura el miedo frente al mundo y la vida, cuando crecer es una aventura plagada de riesgos? Acaso vestirse de fiera ayude a ahuyentar a las fieras. Así como Julio Cortázar escribía relatos para exorcizar sus demonios, el pequeño Leonardo dibuja los más feroces perros con rabiosos hocicos punzocortantes, y ladra y aúlla y gruñe cada mañana.

Leonardo perro grande aullando

En conclusión, las preguntas de orden existencial son vitales y, aunque a veces duelen, a veces también iluminan y siempre nos ayudan a ser quienes somos. Hay muchas maneras de desvelar sus respuestas, una muy afortunada es con la compañía de libros poderosos, cargados de sentido, de ternura, de humor, de desenfado, de naturalidad, familiaridad e ingenio como los de este autor, pues son obras que se abren a nuestra subjetividad, que nos reflejan, nos contrastan o nos permiten asomarnos a otros mundos íntimos, diversos, de los que bien podría abrevar nuestra construcción de otredad y de alteridad.

Pato yace sobre la muerte

En una próxima entrada comentaré sobre los libros ilustrados por Wolf Erlbruch.

Nota: todas las ilustraciones son de Wolf Erlbruch, incluido este autorretrato.

Autorretrato Wolf-Erlbruch-600x600