En un breve poema debe darse una visión del universo y el secreto de un alma, un ser y unos objetos, todo al mismo tiempo.
Gastón Bachelard, La intuición del instante
Desde tiempos remotos, la luna ha sido motivo de celebración, ensoñación, rito y mito. Hay representaciones que así lo demuestran, una de ellas son los relatos míticos y las leyendas que narran, por ejemplo, el origen de las figuras que produce la orografía lunar vista desde la Tierra, la cual nos lleva a ver la silueta de un conejo, de un tejón, de un lobo… En cuanto a la poesía y los poetas, la luna es y ha sido uno de los motivos más acariciados por la palabra que se versa y se rima, que se mece en una metáfora, que se arrulla en una cuna perlada. Uno de los poemas que pertenece a este acervo es “La luna”, de Jaime Sabines (1926-1999), uno de los poetas mexicanos más queridos y más leídos en México.
“La luna” está incluido en Otros poemas sueltos (1973-1993), además de formar parte de numerosas antologías de poesía mexicana, tanto generales como para niños, entre las cuales destaca Circo poético. Antología mexicana del siglo XX (2003). Asimismo, en 2002, se hizo una coedición de CIDCLI-CNACULTA del poema acompañado de las ilustraciones de Luis Manuel Serrano y el diseño de Diego Echeagaray.
Este es el poema completo y, enseguida, se comentan algunos de sus recursos estilísticos.
La luna
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía. 5
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas. 10
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna 15
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna 20
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
En su unidad, “La luna” es, en primer lugar, un poema que se configura como una metáfora extendida o como una sucesión de metáforas que sirven para describirla como una sustancia curativa, un objeto mágico, un bálsamo portentoso, un ente orgánico… En suma: un prodigio.
Los primeros cinco versos establecen una comparación metafórica de la luna con un medicamento de uso regulado, por lo que según su presentación, líquida o granulada:
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
La imagen de la luna como una sustancia con cualidades extraordinarias, se manifiesta en que tiene diversos usos, para diversas necesidades, que van de las psicológicas, a las emocionales y existenciales:
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Los versos seis al diez establecen la metáfora de la luna como objeto mágico, cuyo poder es capaz de conjurar la mala suerte y las enfermedades, atraer el amor y la fortuna por tantos buscado. Además del uso de una sinécdoque, para señalar que:
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
En tanto que los versos 11 al 14 proponen la metáfora de la luna como bálsamo que , en su presentación de postre introduce a los niños en un dulce sueño, en tanto que, como gotas, ayuda a llamar una muerte tranquila. Cabe notar aquí que las imágenes creadas como antítesis, oponen la infancia y la senectud, el principio y el fin de la vida. En ambos casos, la luna balsámica ayuda a conciliar el sueño, de reparación para poder recomenzar un nuevo día, en el primer caso, y el sueño eterno, para transitar a la que suele nombrarse como la otra vida, en el segundo.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
En esta primera tirada de 14 versos la voz poética habla desde la tercera persona, en un tono explicativo, persuasivo, que nos dice cómo funciona la luna como medicamento, amuleto y bálsamo. Parece que argumenta sobre las cualidades de la luna para convencernos de su poder y la conveniencia de que la hagamos nuestra, de que la consumamos, la portemos o la administremos a otros. En cambio, en la segunda tirada de 11 versos, la voz poética nos habla en segunda persona, nos apela directamente para guiarnos de manera precisa sobre lo que tenemos que hacer con esa luna para entonces ya nos ha cautivado.
En estos versos, quienes requieren de los poderes y cualidades de la luna somos cada uno de los lectores. Quién podría negarse a probar la cualidad de la luna-árbol, en su configuración metafórica más orgánica dentro del poema:
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
La imagen de la luna como un oxígeno que nos puede revivir o evitar nuestra muerte causada por los aires contaminados de angustia, de impotencia o de pena, es una prescripción que merece ser obedecida sin más:
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
Finalmente, los siguientes versos construyen la metáfora de la luna como una puerta que se abre a mundos infinitos, como el que puede ofrecer la libertad o la muerte misma. Y también nos señalan que podemos tener la llave para abrirlas, la llave de esa luna que nos mira, nos promete, nos invita y nos anima. Ah, pero para eso, no debemos perder de vista que todo tiene su medida, y la luna no se puede comer de un bocado, sin como lo indica esta receta lunar.
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
Por último, es interesante saber que Jaime Sabines en ningún momento dijo que este poema estuviera escrito para niños; sin embargo, algo que conviene observar cuando hablamos de literatura infantil, es la cualidad literaria del texto, en este caso, del poema, y así garantizaremos estar frente a un texto que vale la pena leer con los niños, sin importar si este texto fue escrito deliberadamente para ellos. Este es el caso de “La luna”, de Jaime Sabines, pues tiene la cualidad poética de evocar imágenes, sensaciones, emociones sin fin, al alcance de todo lector. Ello se debe también a que la poesía de Sabines es cercana a la sensibilidad y a la experiencia emotiva de niños y adultos, pues como señaló Octavio Paz, en la antología Poesía en movimiento: México, 1915-1966, respecto de la obra de Sabines en su conjunto: “Su humor es una lluvia de bofetadas, su risa termina en un aullido, su cólera es amorosa y su ternura, colérica. Pasa del jardín de la infancia a la sala de cirugía. Para Sabines todos los días son el primer y el último día del mundo”.
Fuentes consultadas
Circo poético. Antología de poesía mexicana del siglo XX. Rodolfo Fonseca, David Huerta y Gerardo Rod (antologadores). Serie “Poesía e Infancia”. México: Ediciones SM, 2003.
La luna. Jaime Sabines. Ilustraciones: Luis Manuel Serrano. Diseño Gráfico: Diego Echegaray. México: CIDCLI/CONACULTA, 2002.
La poética de la ensoñación. Gaston Bachelard; trad. Ida de Vitale. Col. Breviarios, 330. México: FCE, 1982.
Poesía en movimiento: México, 1915-1966. Octavio Paz, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco, et al. México: Siglo XXI, 1966.
Gracias, Nos hacía falta algo como tu extraordinaria Propuesta. Sé que será exitoso,Te abrazo querida Esther…
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Muchas gracias, querido Javier, por tu lectura y tus palabras. Ojalá este sea un lugar de futuros encuentros y diálogos. Abrazo grande.
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que lindo! Le deseo mucho éxito en su trabajo!
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Muchas gracias por su lectura, Zulma. Espero que encuentre temas de su interés en este espacio. Un abrazo.
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