En verdad, las palabras sueñan.
Gaston Bachelard
Para leer en estos días con las niñas y los niños de todas las edades, dos poemas. Se trata de “Noche de Reyes”, de Sagrario Pinto (Talavera de la Reina, 1957–), incluido en La casa de los días (Anaya, 2001). En este poema brillan imágenes que evocan emociones y sensaciones nacidas de una expectativa que nos recorre el cuerpo, que nos cobija con una noche eterna que sabe a roscón (rosca de reyes). El segundo poema es “El camello (Auto de los reyes magos)”, de Gloria Fuertes (Madrid, 1917–1998), incluido en Gloria Fuertes. Antología (Susaeta, 2001). Un poema narrativo, cuyos versos se dedican a hacernos cosquillas mientras los leemos. Con imágenes irreverentes e ingeniosas que ponen en aprietos a los tres reyes, a causa de las peripecias sufridas por el camello… hasta cierto punto.
Noche de reyes
Para Lucca Tranquillini,
quien un día habló con el rey Baltasar.
Hay un sueño de zapatos
que esperan en los balcones, diminutos, puntiagudos, zapatos multicolores, temblorosos y brillantes en el azul de la noche. |
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Noche oscura,
noche larga, noche con capas de seda y con escaleras altas.
En el reloj de la torre se van durmiendo las horas. Desde el balcón, los zapatos ven cómo bailan las sombras. |
Las voces revolotean,
comienza a nacer el alba. en los ojos de los niños hay chispitas de bengala.
Las copas están vacías, falta un trozo de roscón, en la alfombra quedan huellas del camello de Melchor…
Por las ventanas abiertas entran los copos de nieve. Decid, decidme, zapatos, ¿qué me han traído los Reyes? |
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Sagrario Pinto
(Ilustraciones de Teresa Novoa)
El camello
(Auto de los reyes magos)
El camello se pinchó
con un cardo en el camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
Baltasar fue a… Repostar
más allá del quinto pino…
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos».
—¡No llegamos,
no llegamos,
y el santo parto ha venido!
(Son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido).
El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.
Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.
A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!
Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.
Y a las tantas ya del alba
–ya cantaban pajarillos–
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero –repitió el Niño.
A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos.
Mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño.
Gloria Fuertes
(Ilustraciones de Jesús Gabán)
(La ilustración de la portada es de Carmen Queralt, para el libro Fermín y los reyes magos de Antonio Vicente.)